miércoles, 16 de enero de 2008

LECTURA TEXTO FILOSOFÍA (Monismo-Dualismo)

"Fantasía cuerpo-mente
En el artículo «Psychology in Physical Language» (Psi­cología en lenguaje físico), Rudolf Carnap sostiene que toda frase de psicología se puede formular en lenguaje físi­co. Tal y como él lo plantea, todas las frases de psicología describen fenómenos físicos, principalmente el comporta­miento físico de los seres humanos y otros animales.
No veo que la primera flormulación implique necesaria­mente la segunda. Es perfectamente posible que toda afir­mación de psicología pueda traducirse a una afirmación físi­ca. Pero esto no significa que las afirmaciones de psicolo­gía traten de fenómenos físicos. La siguiente analogía, espe­ro, aclarará este punto.
Imagina (¡si puedes!) un mundo con la curiosa propie­dad de que dos objetos tienen el mismo color si y sólo si tienen la misma forma. De esta manera, todos los objetos rojos, por ejemplo, son esféricos y todos los objetos esféri­cos son rojos; todos los objetos verdes son cúbicos y todos los objetos cúbicos son verdes; y así sucesivamente. Imagi­na también que la mitad de los habitantes de ese mundo es totalmente incapaz de distinguir los colores mientras que la otra mitad ve los colores perfectamente. En este mun­do, color es análogo a mental, y forma es análogo a físico. De ahí que los materialistas son los que no ven los colores, y los dualistas son los que ven los colores. (Desgraciada­mente, no puedo encajar a los idealistas puros en este mun­do, ya que, ¿qué podrían ser más que personas que ven co­lores, pero no formas? -esto es demasiado raro incluso para mí.)
¡Imagina las controversias metafísicas que podrían surgir en semejante planeta! Los que ven los colores sosten­drían que los objetos se diferencian no sólo en forma y ta­maño, sino también en algo más, igualmente importante, que llamarían color; y afirmarían que lo sabían por percep­ción directa, ¡no por ningún proceso de razonamiento! Lo que no ven los colores serían completamente escépticos; considerarían las visiones de los que ven los colores, ocul­tas o místicas, ¡con toda la razón! En esta situación, los que ven los colores no tendrían forma de demostrar su visión de los colores a los que no ven los colores. Siempre que uno de los que ve los colores pudiera distinguir dos objetos por su diferencia de color, uno de los que no ven los colo­res podría distinguirlos también por su diferencia de for­ma. Así que no sería posible ninguna demostración empí­rica para los que no ven los colores. De igual forma, en esta situación, todas las afirmaciones acerca de los colores serían traducibles a afirmaciones acerca de formas (¡al me­nos en la opinión de los que no ven los colores!). Imagina ahora que los que ven los colores desarrollaran un vocabu­lario dual utilizando tanto palabras referidas a colores como palabras referidas a formas. (Trataré más adelante algunas objeciones a este vocabulario dual). La mitad de las palabras de este vocabulario serían redundantes para los que no ven los colores. Uno de los que ven los colores diría «Este objeto es esférico y rojo, que son dos cosas muy distintas». Alguno de los que no ven los colores contesta­ría «Sigo sin entender la distinción entre las palabras esféri­co y rojo)). ¡Imagina las teorías que inventarían los que ven los colores para explicar el fenómeno dual de la forma y el color! Algunos considerarían la forma y el color como as­pectos o modos diferentes de la misma sustancia subyacen­te. Otros se maravillarían de que Dios hubiera dispuesto una especie de armonía maravillosa entre las formas y los olores. Surgiría entonces una especie de teoría de identi­dad según la cual, al margen de todas las diferencias posi­bles entre los significados de las palabras color y forma, los colores y las formas mismas serían lo mismo en el fondo. Por supuesto, los que no ven los colores no entenderían nada.
Naturalmente, sería muy fácil desmontar esta analogía hasta dejarla hecha añicos. Se podría preguntar: «¿Qué su­cede si una esfera se corta por la mitad y queda converti­da en dos hemisferios? ¿cambian de color las dos mitades de repente?» ¡Claro que tendrían que hacerla en un modo semejante! ¿Cómo? Mediante alguna misteriosa ley física. De igual forma, en un mundo semejante, no habría dos fuentes de diferentes luces monocromáticas -digamos que no habría más que una fuente de luz blanca constante. Habría que explicar otras muchas inverosimilitudes, pero lo importante no es si un mundo así es remotamente rea­lista ni siquiera si es lógicamente posible; esto no es más que una analogía cuyo propósito es (espero) ayudar a com­prender ciertos aspectos del problema de la dicotomía cuerpo-mente.
Sin embargo, hay serias dificultades mucho más funda­mentales en esta analogía. En primer lugar, ¿por qué razón han tenido que desarrollar un vocabulario dual los que ven los colores? A continuación, ¿cómo podrían saber los que ven los colores que los otros no ven los colores? Por esa razón, ¿cómo podría uno de los que ven los colores averiguar si otro tiene o no visión del color? Y por esa ra­zón, ¿podría uno saber si él mismo ve los colores? En realidad, ¿podría haber surgido distinción alguna entre formas y colores; podrían haberse desarrollado estas dos nociones diferentes?
Considero esta pregunta muy importante, pero reco­nozco que ignoro la respuesta. Sospecho que la respuesta es «Sí, si que podrían», pero, curiosamente, por analogía con el problema cuerpo-mente. De momento supongamos que existe un paralelismo total entre los fenómenos físicos y mentales. Aun así, algunas personas de esta tierra -qui­ la mayoría- establecen de hecho una distinción radical entre los dos y aseguran que se trata de dos conceptos muy diferentes, no de uno.
Evidentemente, uno de los modos como podrían haber surgido las distinciones de color y forma en este planeta, sería que algunos de los que ven los colores procedieran de un planeta vecino en el que las leyes físicas y ópticas fue­ran como las de la Tierra. Estos pocos podrían haber esta­blecido una distinción entre el color y la forma antes de ate­rrizar en ese extraño planeta. ¡Imagina su total sorpresa! ¿Crees que serían capaces de averiguar si los demás distin­guían los colores? ¡Quizá sólo llevándolos a su planeta natal!
Me gustaría examinar ahora una ligera y temible varian­te de nuestra analogía. Una vez más, nuestro Planeta A es tal que dos objetos tienen la misma forma si y sólo si tie­nen el mismo color. Una vez más, la mitad de la población ve los colores -con lo que quiero decir que tienen el mis­mo sistema fisiológico que tenemos los que entre nosotros percibimos los colores- y la otra mitad no distingue los colores. Supongamos ahora que nadie en el planeta había sospechado que hubiera diferencia alguna entre formas y colores y que los que ven los colores no tuvieran ni idea de que se diferenciaran lo más mínimo de los que no ven los colores. Lo que es más, sólo se habría desarrollado un vo­cabulario; digamos que esférico querría decir a la vez esféri­co y rojo (que son coexistentes); cúbico significaría a la vez cúbico y verde; y así sucesivamente.
Supongamos ahora que un grupo de ese planeta viajara por primera vez a otro planeta -un planeta normal como la Tierra. Imagina las reacciones de los que ven los colo­res. ¡Podrían creerse que se están volviendo locos! Verían, por ejemplo, un Objeto A, rojo y esférico, un Objeto B, verde y esférico, y un Objeto C, verde y cúbico. Los Obje­tos A y C serían perfectamente normales. ¡Pero el Objeto B! ¡Qué clase de monstruo híbrido es ese! ¡Imagina cómo intentarían describirlo de vuelta a casa! «Es a la vez esféri­co y cúbico!» (Con lo que querrían decir, por supuesto, «Es a la vez esférico y verde»)
«¿Qué quieres decir con esa tontería? ¿Cómo puede algo ser a la vez esférico y cúbico?»
«Bueno, en un sentido es esférico; en otro sentido es ­bico
«¡Venga ya! ¿Qué clase de disparate místico dialéctico es ese? Todos sabemos que la proposición «Un objeto esféri­co no es cúbico» es analítica -es necesariamente cierta». «Bueno, en un sentido es analítica, pero en otro sentido de hecho es falsa.»
Y así sucesivamente.
Si los viajeros se quedaran en el otro planeta durante una temporada, evidentemente tendrían que desarrollar un vocabulario dual. Cuando volvieran a casa, compren­deria la distinción entre la visión del color y la percepción de la forma. ¿Dirías que habían tenido visión del color todo el tiempo, pero que no se habían dado cuenta? (Puede que esto sea parecido a la creencia de ciertos místicos orientales según la cual todos nosotros nos encontramos en estado de revelación, ¡pero no lo sabemos!) Algunos lectores dirán probablemente, «Sí, siempre la habían teni­do», otros: «No, no la habían tenido», y aún otros (de orientación positivista) que la pregunta carece de signifi­cado a menos que signifique que tenían capacidad de dis­tinguir objetos de diferente color y de igual forma y tama­ño en un planeta normal. Yo creo, sin embargo, que des­pués de regresar a casa la mayoría de los viajeros hubiera dicho: «Sí, siempre he tenido visión del color, pero no lo había notado. Puede que no haya adquirido una nueva facul­tad, sencillamente he sido consciente de una facultad que siempre había poseído.» (Una vez más, puede que esto no se aleje mucho de lo que dicen ciertos adeptos de la doctri­na Zen, que afirman: «Con la revelación no he ganado nada»).
Espero que mi lector sienta al menos cierta analogía con el problema de la dicotomía cuerpo-mente. Lo que más me desconcierta es ¿cómo es posible que discrepemos en­tre nosotros tan radicalmente acerca de una cuestión tan básica? Los dualistas no conciben las sensaciones como opuestas a los fenómenos físicos, como algo oculto o des­conocido, sino como algo que se conoce directamente y con absoluta seguridad. Los materialistas monistas afirman que este concepto es ilusorio, oculto o místico, como los conceptos de mente y alma. ¿Por qué esta fantástica di­ferencia? ¡Ninguna cantidad de razonamiento inductivo o deductivo basta para resolverla! Entonces, ¿a qué se puede atribuir esa diferencia? Me cuesta trabajo creer que los dualistas tengan una especie de facultad perceptiva suple­mentaria (como la visión del color) de la que carecen los materialistas. ¿Es posible que para resolver la diferencia sea necesario algo tan drástico como el descubrimiento de la falta de paralelismo entre los fenómenos físicos y men­tales?" (SMULLYAN, R.: 5000 años A. de C. y otras fantasías filosóficas. Madrid, Cátedra, 1989, pp. 90-95).

lunes, 14 de enero de 2008

TRABAJO DE PSICOLOGÍA

Los alumnos de Psicología deberán realizar un pequeño trabajo (de 5 a 10 folios máximo, a 1.5 de espacio interlineal, tamaño de letra de 12 p. y tipo de letra Times New Roman).

Dicho trabajo tratará sobre un tema de bioética de actualidad relacionado con la materia que se está impartiendo actualmente: La eugenesia: límites éticos de la manipulación genética.

Se recomienda seguir los siguientes pasos:
  1. Recopilar información de diversas fuentes: prensa, Ley aprobada, hace más o menos un año, de Investigación bioética, foros, libros, Internet...
  2. Plantear la problemática del tema en una pequeña introducción.
  3. Indicar tanto los argumentos a favor como en contra, razonando los porqués de unos y de otros (parte más extensa).
  4. Concluir con la propuesta de alguna solución o respuesta personal de forma razonada y breve.

AGENDA

RECUPERACIONES 1º EVALUACIÓN DE FILOSOFÍA I

1º A>Martes 22 de enero de 2008

1ºB>Jueves 24 de enero

1ºC>Jueves 31 de enero.

2º PARCIAL DE PENDIENTES DE FILOSOFÍA I

Jueves 24 de enero de 2008 a 4º hora.