viernes, 21 de septiembre de 2007

TEXTOS 1º tema (Filosofía I)


TEXTOS TEMA 1º
Introducción a la filosofía: origen, sentido y carácter


1.-«Tras quedar admirado León del talento y elocuencia de Pitágoras, le preguntó en qué arte confiaba más, a lo que éste replicó que no conocía arte alguno, sino que era filósofo. Asombrado León por la novedad de la denominación, le preguntó quiénes eran filósofos y en qué se diferenciaban de los demás. Pitágoras le respondió que la vida de los hombres se parece a un gran festival celebrado con los mejores juegos de toda Grecia, para el cual algunos ejercitaban sus cuerpos para aspirar a la gloria y a la distinción de una corona, y otros eran atraídos por el provecho y lucro en comprar o vender, mientras otros, que eran de una cierta estirpe y del mejor talento, no buscaban el aplauso ni el lucro, sino que acudían para ver y observar cuidadosamente qué se hacía y de qué modo.(...). Y éstos se llamaron amantes de la sabiduría, o sea filósofos, y así como los más nobles van ( a los juegos) a mirar sin adquirir nada para sí, así en la vida la contemplación y conocimiento de las cosas con empeño sobrepasa en mucho todo lo demás» (CICERÓN, M. T.: Tusculanae quaestiones).

2.-«Cuando nació Afrodita, celebraban un banquete los dioses y con los demás se encontraba también Poros (Recurso), el hijo de Metis (Prudencia). Cuando terminaron de cenar, llegó Penia (Pobreza), dispuesta a mendigar -puesto que había un festín-, y estaba a la puerta. Poros, borracho de néctar -pues todavía no existía el vino-, penetró en el jardín de Zeus y, entorpecido como estaba, se durmió. Así que Penia tramó, a causa de su falta de recursos, hacerse un hijo de Poros; se acostó con él y concibió a Eros (...).
Como hijo de Poros y Penia, le ha correspondido esta manera de ser: en primer lugar, siempre es pobre y dista mucho de ser delicado y bello, como lo cree la mayoría, sino que es duro, seco, descalzo, y sin hogar, duerme siempre en el suelo y destapado, se acuesta al aire libre ante las puertas y en los caminos y es siempre, al tener la naturaleza de su madre, compañero de la indigencia. Pero según es su padre, está siempre al acecho de lo bello y lo bueno (...).
(Eros) se encuentra en un punto intermedio entre la sabiduría y la ignorancia. Esto es así: ninguno de los dioses filosofa ni desea hacerse sabio -pues ya lo es-, ni ningún otro sabio filosofa. Y, por su parte, los ignorantes tampoco filosofan ni desean hacerse sabios. (...).
-¿Y quiénes son -dije yo- los que filosofan, si no lo hacen los sabios ni los ignorantes?
-Esto es evidente -respondió (Diotima)- hasta para un niño: los que se encuentran en un punto intermedio entre estos dos, como lo está también Eros. En efecto, la sabiduría es una de las cosas más bellas; y Eros, es eros con relación a lo bello, de forma que es necesario que Eros sea filósofo, y, siendo filósofo, que esté en un punto intermedio entre el sabio y el ignorante» (PLATÓN: El Banquete).

3.-«De todas estas consideraciones resulta la definición de la misma ciencia a la que se aplica el nombre de filosofía. Esta debe ser, en efecto, la ciencia teórica de los primeros principios y de las primeras causas (...). En realidad fue la admiración lo que movió, como lo es hoy a los primeros pensadores en sus indagaciones filosóficas. Al principio, les llamaron la atención las dificultades más aparentes, después, avanzando despacio, buscaron la solución de los problemas más importantes, tales como los fenómenos de la Luna, del Sol y de las estrellas; en suma, la génesis del Universo. Darse cuenta de una dificultad y admirarse, es reconocer la propia ignorancia (y esto explica el porqué amar a los mitos es, en cierta manera, una forma de ser filósofo, pues el mito está formado de lo maravillosos). Por consiguiente, si fue para huir de la ignorancia que los primeros filósofos se dedicaron a la filosofía, es lógico que persiguieran la ciencia en su afán de saber, y no por un fin utilitario. La prueba la tenemos en lo que ocurrió en realidad: casi todas las artes que se aplican a las necesidades, y todas las que se ocupan del bienestar y el goce de la vida, eran ya conocidas cuando se empezó a buscar una disciplina de este género. Es, pues, evidente que en la filosofía no nos mueve interés extraño. Pero de la misma forma que llamamos hombre libre al que lleva en sí mismo su fin y no el fin de otros, así esta ciencia es también la única que es libre entre todas las ciencias, pues sólo ella tiene su propio fin». (ARISTÓTELES: Metafísica)

4.-«La Filosofía responde a la necesidad de formarnos una concepción unitaria y total del mundo y de la vida, y como consecuencia de esa concepción, un sentimiento que engendre una actitud íntima y hasta una acción. Pero resulta que ese sentimiento, en vez de ser consecuencia de aquella concepción, es causa de ella. Nuestra Filosofía, esto es, nuestro modo de comprender o de no comprender el mundo y la vida, brota de nuestro sentimiento respecto a la vida misma. Y ésta, como todo lo afectivo, tiene raíces subconscientes, inconscientes tal vez». (UNAMUNO, M. DE: Del sentimiento trágico de la vida).

5-«¿Qué es lo más importante en la vida? Si preguntamos a una persona que se encuentra en el límite del hambre, la respuesta será comida. Si dirigimos la misma pregunta a alguien que tiene frío, la respuesta será calor. Y si preguntamos a una persona que se siente sola, la respuesta seguramente será estar con otras personas.
Pero con todas estas necesidades cubiertas, ¿hay todavía algo que todo el mundo necesite? Los filósofos opinan que sí. Opinan que el ser humano no vive sólo de pan. Es evidente que todo el mundo necesita comer. Todo el mundo necesita también amor y cuidados. Pero aún hay algo más que todo el mundo necesita. Necesitamos encontrar una respuesta a quién somos y por qué vivimos.
Interesarse por el porqué vivimos no es, por lo tanto, un interés tan fortuito o tan causal como, por ejemplo, coleccionar sellos. Quien se interesa por cuestiones de este tipo está preocupado por algo que ha interesado a los seres humanos desde que viven en este planeta. El cómo ha nacido el universo, el planeta y la vida aquí, son preguntas más grandes y más importantes que quién ganó más medallas de oro en los últimos juegos olímpicos de invierno». (GAARDER, J.: El mundo de Sofía).

6.-«Uno de los viejos filósofos griegos que vivió hace más de dos mil años pensaba que la filosofía surgió debido al asombro de los seres humanos. Al ser humano le parece tan extraño existir que las preguntas filosóficas surgen por sí solas, opinaba él.
Es como cuando contemplamos juegos de magia: no entendemos cómo puede haber ocurrido lo que hemos visto. Y entonces nos preguntamos justamente eso: ¿cómo ha podido convertir el prestidigitador un par de pañuelos de seda blanca en un conejo vivo?
A muchos personas, el mundo les resulta tan inconcebible como cuando el prestidigitador saca una conejo de ese sombrero de copa que hace un momento estaba completamente vacío» (IDEM)

7.-«Puntualizo: aunque las cuestiones filosóficas conciernen a todo el mundo, no todo el mundo se convierte en filósofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida queda relegado a un segundo plano. (Se adentran en la piel del conejo, se acomodan y se quedan allí para el resto de su vida.)
Para los niños, el mundo -y todo lo que hay en él- es algo nuevo, algo que provoca su asombro. No es así para todos los adultos. La mayor parte de los adultos ve el mundo como algo muy normal.
Precisamente en este punto los filósofos constituyen una honrosa excepción. Un filósofo jamás ha sabido habituarse del todo al mundo. Para él o ella, el mundo sigue siendo algo desmesurado, incluso algo enigmático y misterioso. Por lo tanto, los filósofos y los niños pequeños tienen en común esa importante capacidad. Se podría decir que un filósofo sigue siendo tan susceptible como un niño pequeño durante toda la vida». (IDEM)

8.-«Por filosofía entendemos una manera de pensar totalmente nueva que surgió en Grecia alrededor del año 600 antes de Cristo. Hasta entonces, habían sido las distintas religiones las que habían dado a la gente las respuestas a todas esas preguntas que se hacían. Estas explicaciones religiosas se transmitieron de generación en generación a través de los mitos. Un mito es un relato sobre dioses, un relato que pretende explicar el principio de la vida.
Por todo el mundo ha surgido, en el transcurso de los milenios, una enorme flora de explicaciones míticas a las cuestiones filosóficas. Los filósofos griegos intentaron enseñar a los seres humanos que no debían fiarse de tales explicaciones» (IDEM)

9.-«Si se pregunta a un matemático, un mineralogista, un historiador, o cualquier hombre de ciencia, qué cuerpo definido de verdades ha logrado la ciencia que profesa, su respuesta durará tanto tiempo como uno esté a escucharle. Pero, si se le plantea la misma pregunta a un filósofo, si es sincero, tendrá que confesar que su disciplina no ha alcanzado resultados positivos como los logrados por otras ciencias. Es cierto que esto se explica, en parte, por el hecho de que, tan pronto como un conocimiento definido respecto a cualquier disciplina se hace posible, esta disciplina deja de ser llamada filosofía y se convierte en una ciencia separada. Todo el estudio del firmamento, que ahora pertenece a la astronomía, estuvo incluido en otros tiempos en la filosofía; la gran obra de Newton se denominó Principios matemáticos de la filosofía natural. De manera similar, el estudio de la mente humana, que fue una parte de la filosofía, ha sido ahora separado de la filosofía y se ha convertido en la ciencia de la psicología. Así, en gran medida, la incertidumbre de la filosofía es más aparente que real: aquellas cuestiones que ya son susceptibles de recibir respuestas definidas quedan colocadas en el seno de las ciencias, mientras aquellas otras a las cuales no puede darse todavía una respuesta definida, quedan para formar el residuo que se llama filosofía.
Sin embargo, esto es solamente parte de la verdad con respecto a la incertidumbre de la filosofía. Hay muchas cuestiones –y entre ellas aquellas que son del más profundo interés para nuestra vida espiritual- que, en lo que nosotros alcanzamos a ver, permanecerán insolubles para el intelecto humano, a menos que sus facultades se transformen en un orden completamente distinto del que actualmente poseen. ¿Tiene el universo alguna unidad de plan o de propósito, o es un fortuito concurso de átomos? ¿Es la conciencia parte permanente del universo, alentando la esperanza de un desarrollo indefinido de la sabiduría, o es un accidente transitorio en un pequeño planeta en el cual terminará por hacerse imposible la vida? El bien y el mal ¿tienen importancia para el universo o solamente para el hombre? Tales preguntas las formula la filosofía, y son contestadas diversamente por diversos filósofos. Pudiera parecer, sin embargo, que, tanto si es posible descubrir de otro modo las respuestas como si no, ninguna de las respuestas ofrecidas por la filosofía es demostrablemente verdadera. No obstante, por insignificante que pueda ser la esperanza de descubrir una respuesta constituye parte de la misión de la filosofía proseguir la consideración de tales cuestiones, darnos conciencia de su importancia, examinar todos los medios de abordarlas y mantener vivo ese interés especulativo por el universo susceptible de ser aniquilado si nos confinamos en un conocimiento definidamente averiguable» ( RUSSELL, B.: Los problemas de la filosofía).

10.-«Lo primero que ocurriría decir fuera definir la filosofía como conocimiento del Universo. Pero esta definición, sin ser errónea, puede dejarnos escapar precisamente todo lo que hay de específico, el peculiar dramatismo y el tono de heroicidad intelectual en que la filosofía y sólo la filosofía vive. Parece, en efecto, esa definición un contrapposto a la que podíamos dar de la física, diciendo que es conocimiento de la materia. Pero es el caso que el filósofo no se coloca ante su objeto –el Universo- como el físico ante el suyo, que es la materia. El físico comienza por definir el perfil de esta y sólo después comienza su labor e intenta conocer su estructura íntima. Lo mismo el matemático define el número y la extensión; es decir, que todas las ciencias particulares empiezan por acotar un trozo del Universo, por limitar su problema, que al ser limitado deja en parte de ser problema. Dicho de otra forma: el físico y el matemático conocen de antemano la extensión y atributos esenciales de su objeto; por tanto, comienzan no con un problema, sino con algo que dan o toman por sabido. Pero el universo en cuya pesquisa parte audaz el filósofo como un argonauta, no se sabe lo que es. Universo es el vocablo enorme y monolítico que como una vasta y vaga gesticulación oculta más bien que enuncia este concepto riguroso: todo cuanto hay. Eso es, por lo pronto, el Universo. Eso, nótenlo bien, nada más que eso, porque cuando pensamos el concepto «todo cuanto hay» no sabemos qué sea eso que hay; lo único que pensamos es un concepto negativo, a saber: la negación de lo que sólo sea parte, trozo, fragmento. El filósofo, pues, a diferencia de todo otro científico, se embarca para lo desconocido como tal. Lo más o menos conocido es partícula, porción, esquirla de Universo. El filósofo se sitúa ante su objeto en actitud distinta de todo otro conocedor; el filósofo ignora cuál es su objeto y de él sabe sólo: primero, que no es ninguno de los demás objetos; segundo, que es un objeto integral, que es el auténtico todo, el que no deja nada fuera y, por lo mismo, el único que se basta. Pero precisamente ninguno de los objetos conocidos o sospechados posee esta condición. Por tanto, el Universo es lo que radicalmente no sabemos, lo que absolutamente ignoramos en su contenido positivo» (OTEGA Y GASSET, J.: ¿Qué es filosofía?).

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